domingo, 15 de junio de 2014

Capítulo 3: La primera amenaza

3
LA PRIMERA AMENAZA
Desenvaino mi espada y apremio a Zorax y mi hermano a que hagan lo mismo. Toda la gente de la taberna nos imita y salimos a la calle.
Estos monstruos tienen el aspecto de un águila gigante. Cada vez que baten sus alas, saltan cenizas. Son unos animales horribles, es muy difícil matarlos, hay que decapitarles.
- ¡Vamos hermano! – le grito a Notham – Esto no es a lo peor que te has enfrentado, ¿verdad?
- Lamentablemente tienes razón…
Nos miramos y sonreímos, avanzamos corriendo hacia una criatura, mi hermano le lanza una flecha, le acierta en un ala, en el momento en el que el ave se queja y se retuerce alzo mi espada y realizo un corte seco. Tras vernos, todos los demás empiezan a correr por la ciudad para acabar con tales monstruos.
Miro a Zorax y le apremio para que venga con nosotros.
- No sé combatir – se excusa.
- ¿Y todas las historias? – le pregunto.
- Me las inventé, no valgo nada, soy un fraude, solo sirvo para contar historias, no para hacerlas.
- Pues ya va siendo hora de que empieces a realizarlas – cojo una espada y se la doy, le enseño un par de movimientos básicos y le digo que me acompañe.
Veo como los monstruos acaban con la vida de todos mis compañeros, todos los que sobreviven a sus ataques les clavan la espada en el pecho o en el ala.
- ¡DECAPITADLES SI NO QUERÉIS MORIR! – les grito.
Se giran un par de comerciantes que habían estado con nosotros en la taberna y un Igel aprovecha y les mata de un mordisco. Me paro y contemplo el escenario de la batalla. Los Igel tienen una clara superioridad ante nosotros, bueno, mejor dicho, ante los comerciantes, tenderos, actores, músicos… Los únicos que tenemos una poca ventaja somos Zorax, Notham y yo, a parte de un par de viajeros, Kalhan y Karot, dos del grupo que se encontraban en la taberna, del grupo del hermano de Kalhan.
Zorax, Karot y Kalhan no son diestros guerreros, pero saben defenderse y, bastante bien, por lo que puedo ver. Por otra parte, mi hermano y yo somos los únicos que podemos hacerle frente a estas criaturas, quizá por nuestro entrenamiento, o quizá simplemente porque no temíamos morir quemados por su aliento o entre sus fauces. Notham les mataba con su arco, cortándoles el cuello de una tajada y yo atacaba con mi espada, poco a poco conseguimos que mengüe la amenaza de Igels.
Llevamos todo el día peleando, miro al horizonte y veo que el sol se está escondiendo tras las montañas. Hemos sufrido muchas bajas, al igual que los enemigos. Los Igels que continúan luchando se paran en seco y levantan la cabeza. Parece que han oído algo. Pido silencio y agudizo mi oído, así consigo oírlo también, es un grito espeluznante, que proviene de la garganta del jefe de los Igels, que está en una de las puertas de la ciudad. Antes de irse cogen a mucha gente como prisioneros. Me escondo y espero hasta que los Igels restantes se van, Zorax y Notham hacen lo mismo.
Tras un tiempo, salgo de mi escondite, tres cachos de escombros, pertenecientes a la taberna en la que conocí al grupo que nos iba a acompañar. Desenvaino la espada, hasta que no decida que el peligro se ha acabado no la guardaré. Veo a Zorax, se acerca a mí y saca su espada. No veo que se mueva nadie más, entonces pasa por mi cabeza una idea terrorífica, ¿y si se lo han llevado? No veo a Notham por ningún sitio, y, aunque lo crea imposible, he de barajar las posibilidades de que haya muerto o, peor, de que haya sido secuestrado por algún Igel. Entonces sí que tendría problemas y le esperaría algo peor que el descanso eterno.
Alguien sale de una posada cercana, no le reconozco, pero sé que no puede ser mi hermano, no va armado. A medida que se va acercando me voy haciendo una idea de quién puede ser. Es uno de los hombres de la posada, pero no era ninguno con el que hubiese hablado. Por los rasgos de su cara, puede que sea Kalhan, el hermano del jefe del grupo.
Si ha podido sobrevivir Zorax, y lo digo sin menospreciar a nadie, mi hermano tiene que seguir en la ciudad. Pero no veo a nadie y no se oye nada, por lo que tendremos que seguir nuestro camino sin él.
- ¿Dónde está Notham? – me pregunta Zorax.
Parece que mi mirada ha respondido por mí, porque se aleja, cabizbajo. Me acerco a Kalhan.
- Hola, ¿eres el único superviviente de tu grupo?
- Sí… - agacha la cabeza.
- Lo… lo siento – no sabía que decir. Kalhan había perdido a su grupo de amigos, además de su hermano.
- No pasa nada, era muy posible que pasara, ya estaba concienciado antes de la lucha. – me dice fríamente, parece no tener expresión alguna en su rostro.
- Yo también he perdido a mi hermano.
- Ahora que estoy solo, ¿puedo ir con vosotros?, viendo como está el bardo, necesitáis la máxima ayuda posible. – tiene razón, Zorax tenía una herida muy fea en la pierna. Un Igel le atacaría en la pelea.
- Sí, cuántos más, mejor. Aunque antes de todo has de saber a dónde nos dirigimos. Vamos a las Cordilleras de Likdem, ¿sabes cuáles son?
Una expresión de terror inundó su rostro.
- Sí, las que se ven desde la Muralla.
- Exacto, vamos a por Arak, tenemos pensado matarle.
- Entendido. Iré con vosotros, lo más probable es que él haya mandado a los monstruos, y tengo que reclamar venganza.
Asentí, el joven es valiente. Ahora, me paro a observarlo más detenidamente, está lleno de cicatrices, ha soportado muchas peleas, no es alguien que huya. Nos viene bien para el grupo, ahora que Notham ha desaparecido.

Preparo tres camas, formando un círculo, en el centro hago una hoguera. Pongo todos los víveres que tenemos en un rincón, para así poder pasar la noche en la ciudad, no tenemos fuerzas suficientes para sobrevivir en los caminos, además de que Zorax tiene que guardar reposo. Hecho esto me voy a dar una vuelta por lo que queda de la ciudad, a ver si consigo algo que pueda servir para el futuro.  
El escenario es devastador, del suelo salen columnas de humo, hay miles de cuerpos inertes por el suelo. Todas las casas están destruidas. Miro al cielo, cientos de buitres se van acercando, esto debe ser un festín para ellos.
Tras unas horas caminando y pensando decido volver al campamento que había improvisado.  
Mientras estoy volviendo me cruzo con un par de perros, que me miran suplicando ayuda.
Llego al campamento y veo que Zorax y Kalhan están echando una partida de Trap, un juego de cartas que todo el mundo en Tuê conoce. Me ven y paran de jugar.
- Buenas, te has retrasado un poco… - me recrimina Kalhan.
- Es verdad, estaba buscando algo que pudiésemos usar para más adelante – me excuso.
Por la forma en la que me miran, deduzco que no me han creído.
- Siento mentiros, pero no podéis saber la verdad. Sería demasiado para vosotros.
- ¿Por qué no lo intentas? – pregunta Zorax.
- Porque no sé explicarlo.

¿Cómo les digo que he ido a buscar a mi hermano?, dejándoles de lado. ¿Cómo les digo que me han vencido?. Tienen que seguir creyendo que soy invencible, porque si no, toda esperanza que tengan se desvanecería. El mayor defecto del hombre es el creer en alguien, ya que nubla los pensamientos y condiciona nuestras acciones.

1 comentario: